domingo, 24 de julio de 2011

Restauradores (Linha azul)

El reto de una vida alcohólica

Mira como brillan por encima de la barra, como dibujan esas curvas tan perfectas. Joder, casi tan bonitas como el culo de la camarera. Sí, le daría un buen trago a cada una de ellas, les haría el amor lentamente y finalmente las abrazaría todas a la vez. ¡Cuántas marcas desconocidas, cuántos licores sin probar! Mira esa botella marrón, podría ser importada de Rusia. Ya, seguro que lo es. Supongo que me está pidiendo que la invite a salir.

Me dice que están a punto de cerrar. Ya, seguro que esa cara de frígida y ese crucifijo en el escote no tienen nada que ver. Seguro que dios es un buen sustituyente al sexo y al alcohol. Un día de estos me lo sirvo en un vaso y me lo bebo.

Y puede que tenga razón, que sean casi las tres y mañana, pero nadie se va a morir por una última. Ponme una más y no sé lo diré a nadie. Lo que todo el mundo sabe. ¡Qué carajo le importa si mañana tengo trabajo! Se trata de conducir, por dios. Hasta un mono ebrio podría hacerlo.

- Querido, ¿te vas a mover algún día o quieres esperar al coche escoba?

- ¡No me digas querido! ¡Te he dicho un millón de veces que me llames Henry Chinaski! ¡¿Cuántas veces te lo tendré que repetir?

- Se te ve jodido Aurelio. Deberías tirar a la basura toda esa porquería de Bukowski y dejar de emularle.

Suerte mañana y hasta otra, me dice. Debería de dejar de venir aquí y quemarles el bar. Y mañana rumbo a Alemania con cientos de sacos de tomates y patatas. Veinte horas de línea continua y rodeado de tubérculos. Mierda, seguro que podría encontrar algo mejor. Ya, seguro.

Me acuesto, me levanto y vomito todo lo que no había vomitado la noche anterior. Creo que no te he presentado a mi amiga resaca y mi novia la carretera. La última puede ser un encanto si la llegas a conocer realmente. O si no le metes los dedos en la yaga. Como suelen llevarse bien, de vez en cuando nos montamos orgías bestiales. ¡Mierda, algo se mueve ahí atrás! Si ese jodido ruido no cesa, tendré que parar, bajar y comprobar que todo esté bien. Y si no lo remedio pronto comenzaré a transpirar alcohol. En estos casos la mejor solución suele ser poner la radio.

Y he ahí el primer capullo de la mañana hablando sobre el progreso sin saber realmente de lo que está hablando. De la misma manera que la gente se refiere al dinero y a la felicidad, como si se tratasen de un fin y no de un medio. Seguro que no han oído hablar siquiera de Arturo Bandini. Ya, que le pregunten al polvo.

Abro el camión y encuentro un chino tiritando cubierto con un poncho rojo. ¿Qué cojones andas haciendo ahí metido? Ni una palabra de occidental, y yo que en mi vida le he prestado atención al mandarín. No police, lo único que sabía decir. Supongo que no pasa nada si le doy un poco de cobijo y se sienta conmigo ahí adelante. Además hasta puede que con un poco de suerte aprenda alguna cosa sobre su filosofía de vida. Míralo, seguro que ha soñado más de lo que yo he vivido. Anda, sírveme un poco de whisky y te contaré una historia.

- Esa excitación que sienten los santos al pecar, la que nos pellizca el alma o nos dispara el corazón, es la que nos obliga a escribir y la que nos hace realmente pensar que no estamos muertos. Piénsalo detenidamente. Hace un momento tú te sentías mal porque habías perdido pero, ¿qué hubieses hecho si no te hubiese pillado? ¿Acaso no te sentirías como el puto rey del siglo? Te lo digo en serio tío, si vas a intentarlo ve hasta el final. De lo contrario no empieces siquiera.

Tiene toda la cara marcada el tipo y unos ojos que podrían quemar el cielo. Cualquiera diría que está huyendo de cualquier parte. Seguro que le están persiguiendo por crear algo nuevo o pensar diferente. Seguro que es un jodido genio. Porque todos los genios son unos borrachos o todos los locos son unos genios. Seguro que él también sufre el reto de una vida alcohólica.

Al difunto C. Bukowski y al eterno H. Chinaski.

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