No pises las mariposas del futuro, cualquier cambio en el pasado condicionaría tu existencia.
Escribe canciones premonitorias, el poeta disfrazado de bufón. Confiesa sus mentiras en la penitenciaría pero miente mientras se confiesa. Cuanto le hubiese gustado bucear en el cielo, llegar a tierras vírgenes. Cuanto le hubiese gustado mirar a las palomas desde arriba, regatear y gambetear con las nubes hasta quemarse con el sol.
Esta ventana tan gastada con manchas de grasa en las esquinas no me deja ver
Este elefante triste en mi guantera, estas caricaturas de cigüeña,
Este café tan honesto que ha perdido toda credibilidad,
Este azúcar tan amargo al que no le puedo pedir nada más,
Estos árboles cadetes que bailan el sonido del viento frío,
Serpenteando bajo un azul celeste y un cálido amarillo.
Acaba la rima que manche mi verso, que nadie sabe cómo va a acabar esto. ¿Cuáles fueron las primeras líneas de tu manual de oraciones? ¿No quisiste siempre creer en tu propio credo?
Creo en la vida cuando me siento vivo,
Creo en la muerte cuando la siento cerca,
En todos nosotros si estamos unidos
Y en las leyes que rigen a este planeta.
Pero ahora rezas para que no pase nada, para que todo siga igual. Aún así suspiras porque crees que llegó la hora de descubrir lo que hay detrás de la máscara. La quitas con cuidado, como si fuese algo frágil, como una pieza de coleccionista, muy poco a poco, dejando la cara desnuda. Antes de poder apreciarla enteramente, el polvo que contenía dentro te nubla la vista. Lentamente recobras la noción de lo que está pasando y lo ves con claridad. Ya no hay nada que ocultar.
Aprieta los dientes y echa a correr, no dejes sitio para los demás.
Ni siquiera para los que están por delante de ti.
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